miércoles, 12 de agosto de 2020

PAUL GAUGUIN


 

Regresas a mi mente, Gauguin, hache de pé,          

Con todo tu paquete de vivencias,

De cambios, de heroísmos y temores,

Suicidios fracasados, duda y fe.

Jugando con lo efímero y lo eterno,

Los planes y el vivir improvisado,

Lograste lo que pocos han logrado:

Gozar cual ciudadano del infierno.

 

No obstante el cruel infierno de tu vida,

Viviste tu arte a fondo y en plena libertad;

Esclavo voluntario de tu firme vocación,

Igual que redivivo Cicerón.

Como un lobo salvaje sin collar

En este bosque, en esta selva singular.

 

Seurat, Van Gogh, Mallarme, Laval,

Bebieron a tu mesa, frívola y frugal.

Tu amor por Vaitúa, tu amor por Tahití,

Tu amor por la vida, el amor y la bebida…

 

Ya sé, ya sé, Gauguin: el dolor no se va;

Ya sé, ya sé, Gauguin: sin sufrir no hay crear.

 

Uá maté, Gauguin, Ua peté énata!

Uá maté, Gauguin, Ua peté énata!

Uá maté, Gauguin, Ua peté énata!

(Aún resuena hueco, lúgubre y final,

Ese canto grave, postrero y fatal,

Como un eco triste de un pueblo olvidado

Que, una vez al menos, se ha sentido amado).


Publicado en ESCRITOS DE FINIS TERRAE, 2011, Colección Patagonia Contemporánea, Editorial Jornada, Chubut, Argentina.